Diseño del blog y montaje de imágenes/ fotografias y videos : Mar Buelga. Textos: Olga María Ramos y colaborador@s

martes, 21 de enero de 2014

Diario de un "Durcalista". Por Jorge del Rio. Capitulo 1

Desde México nos llega esta maravillosa colaboración de un "Durcalista" de pro, el director teatral y profesor : Jorge del Rio.

Jorge del Rio
Rocío Dúrcal. Montaje de Georgina Dominguez
 "Por fin me encontraba ya instalado en el avión que me llevaría a Europa. Con mis dieciséis años y cargado de ilusiones me dispuse a planear mi táctica para lograr mi único objetivo en este viaje: conocer a Rocío Dúrcal quien, con sólo aparecer en gran close up en la pantalla, conquistó mi corazón para ésta y todas las demás vidas, si es que tenemos más.

Pero no era tan fácil pues, para empezar, mis padres me señalaron que si iba a Europa tenía que conocer algo más que Madrid, así que me armaron un viaje que incluía, de entrada, Francia y España y una extensión a Marruecos que entonces se estilaba bastante.
Mi primera sorpresa fue ser vecino de asiento de Hervé Vilard, sí sí, el de "Capri, c'est finí".

                               

Frisábamos por la misma edad y seguro nos caímos bien pues el intercambio de sonrisas fue pródigo (y uno, con el unitario idioma, ése, el llamado castellano).

Henry Kissinger
Le Duc Tho
A las tantas llegamos al Aeropuerto de Le Bourget, en París. Y hete aquí que nos reciben docenas y docenas de fotógrafos y periodistas. Entre tanto flashazo descubrí que no era a Hervé al que recibían sino a Henry Kissinger, el Secretario de Estado norteamericano y a Le Duc Tho, el ministro vietnamita que iniciaría negociaciones de paz con el inefable colega gringo.


Luego de aquel aquelarre de gente descubrí que el bendito París se hallaba en huelga general pues nos encontrábamos inmersos en el ahora famoso mayo del 68, así que, pies para qué los quiero: a cargar maletas (velices) y a emprender una manda (la de llegar al centro de la ciudad donde se hallaba el Hotel Londres & New York, en Place Du Havre, cerca de la Estación San Lázaro).
No me extenderé más, sólo decir que a diario me desperté con "¡Liberté, expression!" y ni hablar de compartirles mi susto cuando quedé entre la Policía gala y los estudiantes en plena Sorbona.

                               

Dos semanas en París.
Llegó el día soñado: viajar a Madrid. Arribé al Aeropuerto de Barajas a eso de las nueve de la mañana.

Aeropuerto de Barajas a finales de los 60
 Me instalé en la Residencia-Hotel Conde Duque. Aventé las maletas. Saqué mi mejor traje, me cambié y ¡al ataque!: abordé un taxi rojinegro y le extendí la dirección, Avenida del Generalísimo ,89.
Hotel Conde Duque

Con estupor iba viendo la inconmensurable belleza de Madrid: la Gran Vía, La Cibeles, el Palacio de Correos, hasta que el chofer frenó y me dijo "¿No piensa bajarse?" (justo es decir que varias veces extrañé la dulzura de mis paisanos, sobre todo al hablar).
De pronto me vi en una avenida muy ancha, con muchas construcciones enormes y sin concluir.





Frente a mí, un edificio altísimo...y un guardia civil en la entrada. "Claro -pensé yo- si es que Rocío es famosísima-", "¿A dónde va?" me dijo, no, más bien me gritó el guardia, "vengo a ver a Marieta" (claro, también sabía yo cómo le decían sus íntimos a mi musa) "¡Qué diablos de Marieta! usted está loco, este edificio aún no se inaugura".
Me vio tan feo que decidí poner unos metros de distancia y ahí permanecí, de las 11:30 am a las 4 pm, esperando que mi musa entrara o saliera en algún momento, pero nada.
Postal del Madrid de 1968
 Hay que ver lo que es estar parado en Generalísimo, más de cuatro horas con el sol de mayo. Así que, frustrado regresé al hotel. Tiempo después supe que por error habían puesto el número 89 a ese edificio y que el verdadero número 89 estaba, simplemente ¡cruzando la avenida! ¡cosas del destino!.


Atocha en 1968
Esa tarde tenía yo una invitación a cenar a la casa de unas amistades de la familia, así que me cambié de ropa y a tomar otro taxi, esta vez a la Calle Juan Ramón Jiménez, y otra vez el destino apareciendo, la tal calle se encontraba exactamente a la vuelta de donde había estado parado durante horas esa mañana. "Si me vieron hacer el imbécil no sé qué les voy a decir" pensé.

Era un matrimonio muy lindo y esperaban que llegara Mari Pili, su hija, también de dieciséis años. Pero como no aparecía comenzamos a cenar una exquisita tortilla española (yo la había pedido: es mi perdición, puedo comerme tres al hilo de lo que me gusta)
A las tantas, llegó. "Mamá, que no es mi culpa. Allá abajo está rodando una película Rocío Dúrcal y no nos dejaban pasar".
Salté, tomé de la mano a Mari Pili y le dije "¡Llévame allá, pronto!" y salimos corriendo ante la atónita mirada de los señores de la casa.

Ya en la calle y a unas dos cuadras del domicilio de mi nueva amiga nos topamos con una fila de guardias civiles que no nos dejaron pasar y sólo alcancé a ver a lo lejos a una rubia que subía a un deportivo Lancia y se fue.
La vigilancia continuó pero alcancé a ver dónde habían rodado. Así que al día siguiente ahí me tenían, en la casa de regalos Pochola donde mi musa compraba un cornetín para su pequeño hijito en la peli "Cristina Guzmán".    
              



Pregunté dónde vivía Rocío y nadie me supo contestar. las dependientas repetían "¡es tan maja!" "¡y tan sencilla!", "¡es un bombón!", pero de la dirección, nada.
Me dirigí entonces a la otra locación, a escasos metros de ahí: La casa de Modas Loan. Ahí me fue mejor pues con el nudo en la garganta y los ojos húmedos por la emoción, les conté a las dependientas de mi aventura, de este viaje que quería hacer desde los doce años y que hasta ahora me dejaban mis padres hacer tan sólo para conocer a Rocío Dúrcal. "¡Uy, qué majo!" (ahora el majo era yo)
Marisol
Raphael
"Mira que venir desde América para conocer a la Dúrcal". Me dijeron que lo único que sabían era que ella vivía por ahí, pero que, quizá, si fuera el siguiente domingo a la Parroquia de San Fernando, seguro ahí la vería, "y no sólo a Rocío, también a Marisol y a Raphael que siempre vienen a misa".




Una nueva esperanza nació en mí. Les agradecí la ayuda y a esperar al domingo. Mientras llegaba el día me fui diario a ver "Amor en el aire" que la exhibían en el Cine Conde Duque, muy cerca de mi hotel.  Y no sólo eso, fui a comprar treinta long play's de la banda sonora original de la película, para mis amigos mexicanos, durcalistas como yo.

(¿Qué tal si como aquel día disfrutamos de esta película?,¿Verdad que es buena idea?
Pues allá va... completita.


                          

Domingo de sol. Nueva jornada emulando a un espía-detective.
Dentro y fuera, fuera y dentro de la Parroquia de San Fernando: nada, absolutamente nada, ni Rocío, ni Marisol, ni Raphael.
Rocío e Isabel Garcés
Lunes. Voy de nuevo a la Casa de Modas Loan y les platico lo ocurrido. Sale entonces una señora muy guapa, del interior, se entera de mi caso y me dice "Mira, jovencito, la que me ha dejado su dirección es Isabel Garcés, ¿la conoces?" "¡claro que sí, la gran actriz que sale con Rocío y con Marisol!", "pues aquí la tienes" y que me la apunta en una tarjeta de su negocio (misma que conservo y que permanece como nueva, a pesar de que han pasado ya casi 46 años).
¡Y allá te voy! : María de Molina nº 5, décimo. Llego, toco la puerta del piso, el corazón se me sale. Oigo ruido, voces, guitarras. Vuelvo a tocar. Al fin abren la puerta.



Ante mí una imponente Lola Flores que me dice cariñosa "¿qué deseas, majo?" "yo...yo..." "¿buscas a alguien?", mientras me preguntaba alcancé a ver al Pescaílla sentado, tocando la guitarra, a Lolita, con sus trece añitos, bailando con una gracia y a dos pequeñines que seguro eran Antoñito y Rosario.

Lola Flores y su familia

Al fin balbuceé "busco a Isabel Garcés", "Allá" me señaló coqueta la puerta de enfrente y me echó un beso mientras entrecerraba los ojos. ¡Diablos! si yo hubiera sabido entonces lo ligada que estaba Lola Flores a Rocío, a la que quería como a una hija, a la que después haría su comadre al bautizar a Carmen María Guadalupe Dolores e incluso, a la que -eso dicen- sacaría de la cárcel -DGS- cuando la huelga de actores de 1975.

Isabel Garcés
Pues no, no sabía. Toqué la puerta de enfrente. "¡¡Quién!" gruñó alguien, "vengo a ver a la señora Isabel Garcés", y como en las mejores películas melodramáticas, me respondieron "¡¡señorita!!", "perdón, a la señorita Isabel Garcés" "¡no está!". Volví a tocar.
Abrió la puerta, apenas unos centímetros, una señora mayor de agrio gesto "¡Ya le dije que no está!" y en eso se oye la inconfundible voz de Isabel Garcés: "Hermana, ¿quién es?" "ya ve usted como sí está" le dije sonriente, "Pero está por salir al plató" y dio un portazo que aún retumba en mis oídos. Esperé a la entrada del edificio a que saliera y lo hizo pero casi en andas, con dos mocetones que parecían guardaespaldas y la metieron al auto con magistral eficacia. ¡Si entonces yo hubiera sabido que en ese edificio también vivía Marisol, quien mantenía una linda amistad con mi musa, otro gallo me cantara, como se dice en México!.

Regresé a mi país. En el Aeropuerto toda mi familia y mis numerosos amigos. Me vieron y al unísono preguntaron : "¿conociste a Rocío Dúrcal?" "sí" les dije, "pero sólo de lejecitos", mientras la música de los mariachis se dejaba oír. Sería el siguiente año, 1969 cuando verdaderamente la conocería. Desde entonces, llevo a España en el corazón.

3 comentarios:

  1. Querido amigo.. Tu sencillas y conmovedoras líneas me quebrantaron.. Tu alma está pintada en ellas.. Espero ansioso la continuación !.. Desde Bolivia, un abrazo más que grande.. Chicho Dájer.

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  2. Lo mejor de tu relato es su autenticidad y emoción. Gracias! como nuestro amigo de Bolivia, esperamos que éste sea un punto y seguido... Confío en que te haya agradado la edición que con tanto interés y sensibilidad realiza Mar Buelga

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  3. Giorgio hace tanto tiempo que te conozco y me sigue encantando cuando platicas de este viaje, eres un real admirador de Rocio. Es una cronica emotiva y llena de verdad. Ojala sigas escribiendo y nos cuentes todo sobre lo que sabes y has aprendido de Rocio.

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