Diseño del blog y montaje de imágenes/ fotografias y videos : Mar Buelga. Textos: Olga María Ramos y colaborador@s

martes, 8 de octubre de 2013

Crónicas desde el Valle de Anáhuac (4) .En pos de ciertas huellas por Lourdes Franco Bagnouls

El domingo 29 de septiembre Olga se despertó con espíritu aventurero: Tenía la necesidad imperiosa de correr tras ciertas huellas cuya existencia bullía en su mente de manera pertinaz.
No podía abandonar México sin cumplir aquellos mandatos que su curiosidad y sus recuerdos le imponían. En primer lugar se dirigió en compañía de su almógrafa, Patricia A. Llaneza, a la casa museo de Frida Kahlo, la pintora mexicana de las anchas cejas y coloridos atuendos que se ha convertido en un ícono de la fuerza femenina que alcanza sus metas más preciadas a pesar de las incontables vicisitudes que la vida le plantee.
Olga respirando arte y energía de la gran  Frida Kahlo en el jardín que fue de la artista.©Llaneza Photo
Y como en nuestro blog nos gusta que conozcáis más de los temas sobre los que hablamos aquí os dejamos este documental sobre la célebre pintora

                               .

En la calle de Londres, en el antiguo barrio de Coyoacán, las dos visitantes entraron en contacto con el mundo privado de aquella mujer-mito que llena con su sola figura un momento crucial de la historia mexicana. Entre los muros de aquella casa se respira el amor y la tragedia, la inspiración y la fuerza de aquel ser que supo imprimir pasión y coraje a su vida y a su pintura.


.©Llaneza Photo
La silla de ruedas de Frida..©Llaneza Photo
La cama de Frida, silente compañera de la artista
en sus largas horas de dolor y pintura. 
.©Llaneza Photo
Casa antigua, de patio central rodeado de macetas, aquel espacio contiene los objetos más preciados y los más torturantes de aquella artista: caballetes, pinceles, retratos, cacharros de cocina, trajes típicos, pero también muletas, corsés de yeso, silla de ruedas y una cama que representó el tormento de un espíritu indómito que se vio constreñido a permanecer en ella durante periodos martirizadores en los que un espejo colocado en el dosel le permitía pintar, en momentos de crisis, a su modelo preferido: ella misma: una Frida multiplicada en los lienzos, buscada, destrozada, amada y odiada al mismo tiempo por su creadora.





               
Patricia captó con su móvil esta imagen de Olga reflejada en el espejo
con el que Frida realizaba tantos y tantos autorretratos. 
.©Llaneza Photo
Olga salió de allí impactada y consternada; aquella mujer había ejercido su embrujo sobre nuestra querida cupletista; su recuerdo volvió a la mente de Olga una y otra vez durante el día; la expresión de Frida taladró su ánimo; quiso saber los pormenores de la tragedia que la dejó inválida; su imagen se mantuvo indeleble ante sus ojos profundos durante todo aquel domingo que apenas comenzaba.

Los materiales de trabajo de la pintora. .©Llaneza Photo
Después, en compañía de Patricia y, ahora, de quien esto escribe, acudió a un programa de radio conducido por Pável Granados en el que Olga tuvo oportunidad de hablar de cuplé, de cantar algunos fragmentos de sus melodías favoritas y de comentar del más reciente de sus éxitos: el libro Infinitud, del que ella es columna vertebral y centro rector.
El siguiente punto a visitar fue un sitio emblemático de la Ciudad de México; punto de encuentro de la fe Mariana: La basílica de Guadalupe. En 1978 Olga había estado allí; sin embargo ahora la realidad era otra; la antigua basílica lucía apagada al faltarle el objeto central del culto: la imagen de la Virgen plasmada de forma milagrosa en la tilma de Juan Diego.

Basílica de Guadalupe. .©Llaneza Photo

México ama y amará eternamente a Rocio Dúrcal
En cambio, la nueva y monumental basílica lucía, como es habitual, pletórica de gente que seguía con fervor el reto dominical. El sistema de bandas sin fin que corren por debajo del cuadro de la Virgen permite a los visitantes observar el lienzo de cerca, aunque sea por breves instantes; una vez realizado el ritual, Olga quiso cumplir un viejo anhelo: persignarse frente a la placa que cubre el nicho donde se hallan los restos mortales de Rocío Dúrcal, la española más querida de México, aquélla que supo, como nadie, interpretar la música de Juan Gabriel. Olga no podía marcharse sin rendirle aquel tributo de amistad y admiración.
Y que mejor para rendirle homenaje a nuestra querida Rocio que escucharla cantando precisamente una bella ranchera.

                            
Maravilloso el espectáculo con el que nuestras viajeras se encontaron al
salir de la basílica. 
.©Llaneza Photo
Al salir al atrio, tuvo lugar un hecho que no me atrevo a llamar insólito, ni siquiera curioso, sino por el contrario perfectamente predecible dado el influjo que la sola presencia de Olga ejerce en cualquier ámbito donde se presente, aunque no dejó de causarnos un sentimiento de sorpresa no exenta de sobrecogedora ternura: En aquel espacio efectuaba una danza ceremonial un grupo de hombres ataviados con trajes típicos de manta bordada que tenían como encomienda ofrendar cada uno un plato de comida (mole, arroz y tortillas) a una persona elegida entre los cientos de concurrentes que en círculo observaban su baile, apenas nos colocamos allí, uno de aquellos danzantes vino directo a Olga y le entregó sus viandas;
Uno de aquellos danzantes le entregó sus viandas a Olga. .©Llaneza Photo
ella, no sabía en principio qué hacer ante aquel acto inesperado, pero rápidamente se sobrepuso y con su proverbial cordialidad pidió a su almógrafa que la retratara con aquel sujeto que con tan buena voluntad le había ofrecido el platillo típico; pero eso no fue todo, un segundo individuo se dejó venir con su respectiva ofrenda y al ver que Olga sostenía ya en sus manos el plato que su compañero había depositado en ellas no tuvo más remedio que conformarse con dárselo a quien esto escribe.

Olga y el "obsequiador" fueron captados por la lente rápida de Patricia A. Llaneza
Nunca tan bien empleada la reflexión que acudió a mi mente: era yo, ni más ni menos, que “plato de segunda mesa”; pero ante el embrujo que Olga ejerce, tanto dentro, como fuera del escenario nada se puede hacer. En virtud de que teníamos planes para ir a comer a un sitio muy especial, donamos aquellos platillos a un par de ancianitas que pedían limosna en los alrededores del templo.
Y huyendo de la lluvia que amenazaba darnos un buen remojón, nos refugiamos en el automóvil para dirigirnos a un sitio de proverbial tradición en la Ciudad de México: El Café Tacuba.
Olga feliz "prisionera" de los recuerdos del
emblemático café Tacuba. 
.©Llaneza Photo


Este restaurante fundado en 1912 ha sido lugar de encuentro de intelectuales y artistas a largo de su historia. Según nos contó Olguita, su madre Doña Olga Ramos, siempre que interpretaba el chótis Madrid, narraba a los espectadores que en ese local se reunían refugiados españoles.
También, solía acudir el maestro Lara y de tanto escucharlos hablar de su tierra largamente añorada, escribió el Chótis Madrid sin conocerlo. Así lo contaba doña Olga cada noche en su local “Las noches del cuplé” y ahora su hija, lo incluye indefectiblemente en todos sus espectáculos.
Olga se emocionó al entrar allí y comprobar puntualmente aquella descripción que su madre le hiciera del restaurante cuyas paredes ostentan vistosos azulejos de Talavera.
Comimos excelentemente bien mientras Olga, la mirada perdida en lontananza escuchaba seguramente en su interior la voz de su madre y se imaginaba, a través de ella, al maestro Lara en amena tertulia con aquellos hombres que, perdida la posibilidad de retorno a la patria, la evocaban con nostálgico amor.

¿Qué tal si escuchamos y recordamos nosotros tambien al maestro Lara en una de sus composiciones? 

Después, Olga pidió a Patricia, que le hiciera algunas fotos teniendo como marco aquel espacio que era ahora para ella una realidad mágica proveniente del pasado.
Patricia y Lourdes en el Café Tacuba. ¡Qué gusto ver las caras
de "nuestras" cronistas en forma de texto e imágenes , ¿verdad?

Las “almografías” fueron estupendas, el pintoresco decorado del lugar sirvió de marco para que la prestancia de Olga se plasmara una vez más.

En todos los rincones del Café Tacuba se respiran aires de otros
tiempos. 
.©Llaneza Photo
Cerámicas de Talavera, muebles coloniales, bellos forjados...  .©Llaneza Photo

La misión del día había sido llevada a cabo satisfactoriamente.
Olga había seguido a lo largo de la jornada las huellas que la historia, la amistad y la evocación materna habían impreso en su alma.






Café Tacuba. Lugar irrepetible impregnado de sonidos y vivencias de otras épocas. ¿Quién sabe si el
propio Agustín Lara en espíritu, no estaría presente en el local mientras se tomaban estas fotografías?
Al menos si lo estaba en el recuerdo de nuestras visitantes. 
.©Llaneza Photo
Encontrarse cara a cara con esos vestigios que guardaba en su interior la hicieron feliz. México le brindaba una vez más una muestra del inmenso caudal que guarda para ella en cada sitio que pise su planta.

Vuelve, Olga, vuelve pronto…
Y para terminar con esta última de las crónicas del maravilloso periplo de Olga por tierras mexicanas, que mejor que hacerlo con un video en el que nos interpreta el tema que hace años su padre "El Cipri" compuso para que su madre lo cantara al finalizar su estancia en México. Una preciosidad, una bella despedida, tan solo un hasta pronto.

                                         

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