Diseño del blog y montaje de imágenes/ fotografias y videos : Mar Buelga. Textos: Olga María Ramos y colaborador@s

miércoles, 30 de octubre de 2013

Ofrenda de muertos “A la mexicana” Para Consuelo Bello, La Fornarina

Calaverita para Consuelo Bello "La Fornarina".
Montaje de imagen: ©Mar Buelga 2013

Desde México nos llega una nueva crónica de nuestra colaboradora Lourdes Franco Bagnouls.
Esperamos que os guste.

En México, la muerte ocupa un sitio preponderante en la cultura.
Ya los pueblos prehispánicos le rendían un culto especial.
Las ruinas del Templo Mayor de la antigua Tenochtitlán conservan un muro totalmente decorado con calaveras y en todos los enclaves piramidales distribuidos a lo largo del territorio aparecen de manera profusa distintas representaciones mortuorias.


                         

 Al llegar al nuevo continente la civilización occidental se creó un sincretismo particular que combina armónicamente ambas tradiciones, haciendo de la celebración de los difuntos, el primero y dos de noviembre, una fiesta colorida y singular que conserva el arraigo popular pero que también se ha convertido, para las clases cultas, en un bastión representativo de la identidad nacional. En los edificios públicos, escuelas, parques y panteones se instalan altares de muerto dedicados a personajes ilustres del mundo de la ciencia, el arte y la historia con flores de cempasúchil, papel de colores, retratos y calaveritas de dulce.

Ofrenda
Los más connotados artistas de la pluma y el pincel han creado obras referentes a la muerte que se han convertido en verdaderos íconos no sólo de nuestra particular visión de ella, sino de nuestra específica concepción ontológica; como pueblo, el mexicano encuentra en los motivos que rodean el insondable misterio del final de la vida, un espejo en el que se mira con fruición y se reconoce.

Ofrenda a Los muertos
La Catrina o La Calavera Garbancera
(1913)

Domingo el la Alameda de Diego Rivera
 Uno de los artistas gráficos que más ha trascendido por sus motivos representativos de la muerte es el grabador aguascalentense José Guadalupe Posada, creador de la famosa “Catrina”, calaca vestida a la usanza de las damas mejor ataviadas del siglo XIX que llena con su presencia todos los ámbitos del folklor nacional e incluso preside la parte central del mural de Diego Rivera: Un domingo en la Alameda.


José Guadalupe Posada y su Catrina

Xavier Villaurrutia
El poeta mexicano Xavier Villaurrutia, miembro de la generación vanguardista que en 1928 fundara una de las revistas literarias más importantes del país, la revista Contemporáneos, ha dejado como legado las extraordinarias décimas de su poema capital: Décima muerte del cual les mostramos aquí apenas una pequeña muestra de esa obsesiva fruición con la que el mexicano se acerca a lo insondable:

 Si te llevo en mí prendida 
Y te acaricio y escondo; 
Si te alimento en el fondo
De mi más secreta herida; 
Si mi muerte te da vida 
Y goce mi frenesí, 
¿qué será muerte de ti 
cuando al salir yo del mundo, 
deshecho el nudo profundo, 
tengas que salir de mí? 

 El mexicano se come literalmente a la muerte en calaveritas de dulce, de chocolate y de amaranto, la adorna con flores amarillas, la festeja y la celebra con platillos típicos y bebidas embriagantes; pero también la teme y la venera. Una de las formas clásicas del humor mexicano respecto a la muerte es la elaboración de “Calaveras”, poesías jocosas y simpáticas de corte popular que se hacen en honor de los difuntos y aún de la gente viva. A manera de homenaje muy mexicano para una de las más grandes representantes del cuplé:

Consuelo Bello, “La Fornarina” presentamos una “Calavera”* hecha expresamente para ella, con el respeto, pero también con la levedad con la que mi pueblo concibe la muerte:



*Calavera le llaman en México a un poema informal y espontáneo. Nuestra catedrática, que ya ha demostrado su talla como poeta, ha querido, en este caso, escribir con cierto estilo desaliñado y algo naïf, una entrañable y cupletera calavera.








Vino la Muerte aquel día
Con ánimo de cuplé,
Se llevó a la Fornarina
¡qué triste que aquello fue!
La Parca corrió celosa
Con su artista sin igual,
Montada sobre las ancas
De un rucio sensacional.
Quiero reírme un buen rato,
La Huesuda le espetó,
Y al punto La Fornarina
De “La llave” le contó
Que Asunción se fue a bailar
Con un joven muy audaz
Que llevaba entre las ropas
Una llave singular….
¡Otro! Gritaba la Parca
Y aplaudía sin cesar,
Entonces La Fornarina
Le interpretó Luna Park.
Desde el cielo Fornarina
A Olga María regaló
Un muñequito con hilos
Y a la tierra se lo envió,
Con un atento recado
Que Olga María conservó.
Era un soldadito majo
Con guerrera y con Quepí,
Lucía una amplia sonrisa
Y su traje carmesí.
La Muerte quedó tranquila
Por un tiempo nada más,
Pues Fornarina sentía
Una tristeza sin par.
Entonces tuvo la Muerte
Que acompañarla también
De la genial Olga Ramos
Y de Sarita Montiel.
Antes ya se había llevado
A la tremenda Raquel
Pero con ella no hizo
Fornarina un buen papel
Pues aquélla le cantaba
Todo el tiempo aquel cuplé
Del torero que en el ruedo
Murió llevando con él
Un relicario en el pecho
Atado con un cordel.
Ahora la muerte ostenta
En sus dominios un teatro
Donde tienen las artistas
El mejor de los espacios.

Desde el Valle de Anáhuac: Lourdes Franco Bagnouls.



Y en nuestra próxima entrada seguiremos con las tradiciones de estos mágicos días en que recordamos a aquellos que han viajado al más allá pero que sentimos "muy acá".
Y lo haremos con una tradición muy española: "Don Juan Tenorio"...
¿A qué ya estáis impacientes?




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