Quisiera hacer un inciso, yo en contadas ocasiones escribo las entradas del blog, casi siempre transcribo lo que Olga María Ramos, me pasa, yo solamente las "ilustro", sin embargo hoy quiero tomar parte.
Os cuento. Hace unos días, me llegó un articulo desde México. La autora, Lourdes Franco Bagnouls (Catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México D.F de la que ya hemos publicado algún articulo en nuestras entradas blogueras), emitía opiniones sobre un reciente espectáculo que acababa de ver en la capital azteca y lo comparaba con el que semanas antes había tenido la oportunidad de ver en el Teatro Prosperidad de la mano de nuestra Olga María. Decidí que debíamos publicarlo en este blog que se dedica al cuplé y a la revista, por el tema que trataba y por la buena crítica que hacia de nuestra Olga. Como sé de la humildad, y del "no darse importancia" de la Ramos he decidido publicarla aún a sabiendas de que ella me hubiera dicho que no lo hiciera, que el blog... está para otras cosas.
Bajo mi responsabilidad y porque creo que es de interés, aquí os dejo el mencionado articulo.
¿Verdad que debe estar aquí?
Os cuento. Hace unos días, me llegó un articulo desde México. La autora, Lourdes Franco Bagnouls (Catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México D.F de la que ya hemos publicado algún articulo en nuestras entradas blogueras), emitía opiniones sobre un reciente espectáculo que acababa de ver en la capital azteca y lo comparaba con el que semanas antes había tenido la oportunidad de ver en el Teatro Prosperidad de la mano de nuestra Olga María. Decidí que debíamos publicarlo en este blog que se dedica al cuplé y a la revista, por el tema que trataba y por la buena crítica que hacia de nuestra Olga. Como sé de la humildad, y del "no darse importancia" de la Ramos he decidido publicarla aún a sabiendas de que ella me hubiera dicho que no lo hiciera, que el blog... está para otras cosas.
Bajo mi responsabilidad y porque creo que es de interés, aquí os dejo el mencionado articulo.
¿Verdad que debe estar aquí?
Mar Buelga
OLGA MARÍA Y EL DUENDE LORQUIANO.
REFLEXIONES A PROPÓSITO DE UNA GORRITA
La gorrita madrileña o "Parpusa" |
En días pasados acudí en México a ver un espectáculo de Zarzuela y Revista —que aquí también sabemos venerar la tradición hispana— montado por una compañía de ópera. Entre los números incluidos estaba el “Pichi”; lo cantaba, con una correcta voz de mezzosoprano, una joven esbelta de largos brazos que movía desacompasadamente, ataviada con un pantalón muy ajustado y un escasísimo chalequito y, desde luego, la consabida gorrita…
Olga María Ramos es "El Pichi"sin ncesidad de disfraces, lo es simplemente al ponerse su gorrilla. |
Al Pichi no lo vi por ningún sitio, la chulería del personaje permaneció ausente a pesar de que se pensó llenar el vacío con el sugerente vestuario. Y entonces, tocada aun por los ecos de la visita de Olga María a México pensé: ¡pero si a ella le basta sólo con colocarse sobre su atuendo habitual la gorrita! Sí, en Olga María la pura gorrita es suficiente para sacar a escena al vividor pinturero y retrechero, castigador y castizo, y continué mi reflexión: ¡claro! Es que Olga María tiene “duende”.
¡Pobre Olga María! Porque llevar consigo al duende no es cosa fácil: éste lacera, agobia y tortura permanentemente.
Federico García Lorca en su Teoría y juego del duende dice que: “el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar” ¡qué razón tiene! Al duende se le invoca, con él se nace, es la suma de experiencias vitales puesta al servicio del arte. El arte no se piensa, se siente.
El duende, dice Lorca, es un demonio que muerde; ángel y musa vienen de fuera —apunta el poeta granadino— el duende viene de dentro “sólo se sabe que quema la sangre como un tópico de vidrios, que agota, que rechaza toda la dulce geometría aprendida”.
Federico García Lorca |
Así canta Olga María, sintiendo desde el fondo de su ser, con su persona y su historia puestas al servicio de su arte, reconstruyendo desde el fondo de sí la muerte y el desamor, la picardía y la sensualidad. En la voz y en la persona de Olga María palpita más que vivo el duende lorquiano, aquel que —dice el autor del Romancero gitano— “da sensaciones de frescura totalmente inéditas con una calidad de rosa recién creada, de milagro que llega a producir un entusiasmo casi religioso”.
Un entusiasmo “casi religioso” es en justicia el que sentimos cada vez que Olga María interpreta “Nena”, “El relicario” o “La violetera”. Una rosa nueva surge cada vez que aparecen en escena la pulga o la regadera a pesar de que sepamos bien dónde habrá de surgir la vis cómica.
Olga Ramos, su madre, la enseñó a sentir el cuplé |
Ella dice que su madre puso en sus manos toda la sabiduría del cuplé; sí, su madre le enseñó a sentir el cuplé, a entenderlo, le transmitió justamente el secreto del duende y Olga María lo recibió y lo hizo suyo a pesar de sí misma porque el duende es así de avasallador.
Olga María Ramos con uno de sus mantones |
El duende —dice Federico— no aparece “si no tiene seguridad de que ha de mecer esas ramas que todos llevamos”. El arte de Olga María hace precisamente eso: mover nuestras fibras interiores, rebuscar en nuestras experiencias previas para vivificarlas, para sacudir los recuerdos de quienes peinamos canas ( aunque sean pintadas) y crear algo nuevo y fresco y diferente en cada ocasión. Y en los jóvenes, inocular la semilla de un nuevo brote que habrá de fructificar en un tiempo en el que los demás seamos historia.
El duende —finaliza Lorca— “anuncia el constante bautizo de las cosas recién creadas”. El arte de Olga María nunca es igual, podrán ser los mismos cuplés, el mismo anecdotario erudito acerca de compositores e intérpretes pero cada actuación y cada conferencia viven la inédita magia de la aparición del duende que entre los flecos de sus mantones y la levedad de sus plumas salta dispuesto a apropiarse de ella y de nosotros encadenándonos irremisiblemente al embrujo de su esencia tiránica.
Lourdes Franco Bagnouls
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