Olga María Ramos, mantiene vivo El sueño del cuplé |
Una nueva colaboración nos llega desde México y, ¡¡¡¡tan bonita!!!!, gracias a nuestra colaboradora LFB, iniciales de nuestra querida amiga, Lourdes Franco Bagnouls que en su modestia prefiere que su nombre no figure, aunque en esta ocasión y como veréis al final de esta nueva entrada ,creemos que su identidad debe conocerse, por ser la autora de estas
maravillas...
!!!!Gracias, amiga¡¡¡
La literatura española de los Siglos de Oro es rica en ejemplos de “Viajes” interiores realizados al cobijo del Sueño y de la Noche, de búsquedas ontológicas en pos de una explicación plausible del alma y sus misterios y de la insondable naturaleza de Dios.
San Juan de La Cruz |
Los grandes místicos españoles como San Juan de la Cruz marcan la pauta de estos escapes del alma: así prorrumpe el santo en una de sus experiencias místicas:
“Tras de un amoroso lance, /y no de esperanzas falto, / volé tan alto, tan alto, que le di a la caza alcance”.
También la literatura novohispana recoge la misma preocupación y la plasma en versos tan excelsos como los de Sor Juana Inés de la Cruz, la monja mexicana que supo transformar la tradición peninsular arraigándola en tierra americana.
Sor Juana Inés de la Cruz (Pintura de Miguel Cabrera) |
Es proverbial la importancia de su “Primero Sueño”: “El viento sosegado, el can dormido” dice la monja “y los dormidos, siempre mudos, peces,/ en los lechos lamosos/ de sus obscuros senos cavernosos/ mudos eran dos veces” para referirse a la Noche y, en ella, la posibilidad mágica del Sueño y del Viaje interior. El Romanticismo tuvo al Sueño como uno de sus principales aliados poéticos.
Friedrich Hölderlin |
Bernardo Ortiz de Montellano |
El largo preámbulo sirva de justificación para este ensayo poético que es un humilde homenaje a las dos almas que dan vida a este blog haciendo posible el reencuentro maravilloso del tiempo pasado con nuestro presente, e introduciéndonos, con amorosa devoción, sacrificio y entrega, al mágico mundo del cuplé y la revista. Olga… Mar… las dos conocen mi cariño irrestricto.
Los dibucuplés de Mar Buelga, otra manera de mantener El sueño del cuplé...
EL SUEÑO DEL CUPLÉ
El cielo muda la túnica naranja
por el negro ropón de lentejuelas,
cesa el mundo sus voces disonantes,
cede el cuerpo su voluntad a las estrellas.
El alma entonces, liberta, y ya sin frenos,
alegre emprende su arriesgado vuelo,
compite en arabescos con el aire,
e ingrávida se eleva al firmamento.
Imágenes y formas y colores
se atropellan con indómita pujanza
a la caza de un lugar en el discurso
donde el Sueño corone la esperanza.
En el espacio sideral alado
cabalgando en las notas de un cuplé,
desfilan en tropel alucinado:
el idilio de una mora y un soldado
encarnado en el llanto de un bebé.
Las noches de París bajo sus puentes
—ardientes lengüetazos del río Sena—
y el tiempo de un reloj enamorado
que llora cada hora por su pena.
El destino prendido de unas astas
—Vértigo arena, sangre, y duelo—
cotillas venenosas, medias finas
y muñecos que ruedan por el suelo.
En el aire impregnado de violetas,
la muerte se agazapa tras un beso
y en el salón de fiestas refulgente,
Las notas de un fox-trot arman revuelo.
El sol se despereza lentamente
al escuchar los trinos de las aves
mientras la noche, cayéndose de sueño,
Entorna los postigos… y se duerme.
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