El pasado miércoles a través de facebook pude leer algo estupendo, escrito por alguien a quien admiro por sus trabajos literarios y sobre todo por su gran andadura radiofónica, se trataba de Óscar López.
Es, además de como digo, un magnifico periodista y escritor, una persona amante del cuplé y de todo lo que rodea a este evocador género. Pero además, de adorar esta música, es Óscar lo que podríamos llamar un Olgadicto.
Óscar López |
Pero volvamos a Óscar que en su maravilloso blog, (que dicho sea de paso, no os debéis de perder y que aparece desde hoy, el primero de los enlaces de la izquierda del nuestro) ha dedicado una entrada al cuplé, a Las Olgas, a su desaparecido local a sus mejores recuerdos...
Y es tan, tan bonito, tanto que le comenté a Olga María la posibilidad de incluirlo como entrada en el blog Del Cuplé a la revista. Para ello le pedí que ella a su vez le pidiera permiso para colgarlo y él no dudo en dárnoslo.Pero como mucho mejor que contarlo es verlo, aqui os lo transcribimos.
Espero, esperamos que os guste.
Un saludo...
VAYA USTED, VERÁ USTED LO QUE VE por Óscar López
Portada del "El primer cuplé" de Lina Morgan |
Publicidad de los desaparecidos almacenes Simago |
Es, no hay duda, una manera nada ortodoxa de introducirse en el género, pero uno tenía pocos años y es lo que tenía más a mano (y el tono picarón, cómico y chulesco lo da la Morgan como nadie, al margen de que ya era una querida conocida gracias a un casete –aunque entonces decíamos “cinta”- en el que cantaba, hacía de niña, de secretaria torpe, de camarera, de lo que tocase, junto a Juanito Navarro); casi al mismo tiempo, porque es otro de esos LP que recuerdo en casa desde siempre, empecé a paladear un tipo de interpretación y recreación del cuplé muy diferente, más lírico y elegante, en este caso a cargo de Lilian de Celis acompañada por la magnífica orquesta del maestro Cisneros (¿Para cuándo un homenaje a la altura de lo que este señor merece?).
Portada de uno de los discos de Lilián |
Juanito y Lina "La cinta" |
Óscar López, Olga María y la entrañable Tía Carmen en el Teatro Prsoperidad |
(A continuación podéis ver un par de estas intervenciones en el programa)
Publicidad de Las noches del cuplé |
Fachada del desparecido local: Las noches del cuplé |
A esas alturas, ya sabía de la gran formación musical de Olga, de su exquisitez como intérprete, de la existencia del Cipri (su marido, Enrique Ramírez de Gamboa, gran compositor que no dudó en permanecer en la sombra para que la estrella, su adorada cupletista, llegase a lo más alto), de muchas de las circunstancias que la hacían tan grande, esa arrebatadora personalidad a la que era imposible resistirse con esos ojos alegres, la faz risueña, lo que se dice un tipo de madrileña (¿Qué importa que naciese en Badajoz?), neta y castiza, quien al entornar los ojos te cauterizaba, te conquistaba, te absorbía, te empapaba de cuplé.
Enrique Ramírez de Gamboa "El Cipri" y Olga Ramos con su orquesta en los años 50 |
Y, claro, supe de Olga María, su hija, la que se empeñó en ser artista, la que no pudo resistirse a los embrujos del arte, la que tuvo los mejores maestros en las partituras y a la hora de interpretarlas, la que fue encontrando su propio estilo, su manera de ser, jamás imitando a su madre (sí recreándola cuando la ocasión lo permite, dando testimonio en su sonrisa, en muchos gestos, en los mantones, en algunas notas –puedo jurar que cuando veo a Olga María en escena, noto la presencia de la matriarca, arropándola, aconsejándola, orgullosa porque su obra tiene continuadora y ampliadora), vivificando el género, estudiándolo, manteniéndolo en perfecto estado de revista.
Olga María Ramos, interpretando: "El Pichi" |
Debo a mi profesión (esa que sigo ejerciendo porque no puedo ser otra cosa, esa que necesito como el respirar) haber establecido contacto con muchas personas a las que admiro, pero sin duda uno de los máximos regalos que he recibido es poder llamarme amigo de Olga María Ramos, aprender junto a ella algunos de los secretos del cuplé (todos no es posible, salvo si eres una de las Ramos), admirar su humanidad, su gracejo, su entrega, su vitalidad, sus enormes e inagotables recursos, su prodigiosa voz, su inmensa versatilidad (no sólo porque pasa de lo frívolo al doble sentido o de lo dramático a lo divertido, sino por cómo canta en francés –Oh, là, lá! (si lo escribo mal que me corrija ella, por favor, que ser corregido por cupletóloga será la felicidad soñada)- o boleros o lo que se le ponga por delante).
La radio es magia |
Y antes de decir adiós a la radio (si bien es cierto que en ese momento creí las falsas palabras de algún directivo güero y no pensé que fuese definitivo), le pedí que volviese, que nos regalase como tantas veces su presencia, y dijo que sí (nunca falla) y se vino con una grabación del gran Agustín Lara porque andaba pensando en hacer un dueto gracias a la técnica y me ofreció cantar en directo sobre el piano del maestro y junto a su voz: preparamos el escenario, fuimos creando misterio, esperábamos a un invitado de lujo, una personalidad musical, un mexicano universal, quien de repente estaba ahí, en el estudio, y Olga empezó a recitar los primeros versos de Farolito…
Agustín Lara |
Olga María Ramos. Teatro Prosperidad. Foto: Chema MArín |
Teatro Prosperidad. Calle Mantuano, 29 |
El repertorio (el inacabable repertorio del cuplé) varía cada día, por lo tanto no sé si les tocará El polichinela, La chica del 17, Nena (el favorito de la ídem, si me permite la confidencia –seguro que no se enfada-), Bajo los puentes del Sena o El beso, pero seguro que la visita no les decepciona, todo lo contrario, se quedarán con ganas y repetirán; y tal vez, como me sucede en cada nueva visita, se preguntarán por qué esta mujer no goza del prestigio que, con todo merecimiento, tiene al otro lado del Atlántico, cómo es que nadie piensa en ella para alguna película, cuál es la causa de que no tenga un espectáculo al estilo de los que hemos gozado de Chita Rivera, Debbie Reynolds o Liza Minnelli, y a buen seguro no encontrarán respuesta porque esta señora debería estar en las marquesinas anunciada con luces de neón, pero parece que el verdadero talento no interesa. Por fortuna, aún quedan locos maravillosos que apoyan y fomentan que el cuplé siga vivo y que Olga María Ramos pueda hacer gala de su saber jacarandoso y de su devoción por sus padres (¡Hay tanto amor en cada palabra, en cada nota, en cada momento de su recital cuando los nombra!).