Olga María ante el público de Las Vistillas. ©Llaneza Photo |
MUJER GIGANTE, MUJER TURQUESA
Cupletista en turquesa.©Llaneza Photo |
Admirada Olga María Ramos:
Por fin conocí Las Vistillas.
En una pequeña plaza entre la Almudena y San Francisco El Grande, hubo magia.
A todos los allí presentes nos arrastraste a tu antojo como uno más de tus mantones.
Nos acariciaste, nos estrujaste, nos mimaste, nos levantaste en vuelo envolviéndonos en un suave abrazo. Nadie quedó indiferente ante tanta majestuosidad, tantos recuerdos, tanto amor por tu Madrid, por el cuplé, por tu madre…
Cuplés que cientos de veces he escuchado en mi viejo CD y en el Teatro Prosperidad, pero hoy vestida de turquesa les diste una luminosidad arrebatadora; cuplés que no conocía como el del Rastro que empieza con un alegre pregón y termina con la voz rota de pena por deshacerse del abanico de la abuela...
Co-compositora del Cuplé “Mi MADRID”… Barquillo Street…
Con el plus de conocer al otro co-compositor demostrando con su modestia su grandeza.
Tú, al reconocerle y darle su parte de un merecido e inesperado homenaje, te mostraste como rescatadora y guardiana de un género por el que pocos y pocas ponen la vida como tú la pones.
Me creí, cuando te escuché por primera vez, que la dulzura de tu voz era insuperable.
Al conocerte en el Prosperidad pensé que nadie como tú acariciaba los chotis que tanto me emocionan y me sentí arropada por tí y tuve el enormisísimo honor de que me llames amiga y conocí muy de cerca tu fortaleza y entereza.
Podría parecer que la Olga amiga podía eclipsar a la Olga Cupletóloga pero ambas se crecen ante mí tanto así, que después de Las Vistillas me obligaré a tratarte como siempre y a no hablarte de usted porque te vi como nunca… mujer gigante… soberbia… sola en escenario, poderosa y como única arma: tu arte, tu saber estar y tu generosidad.
"La Olga"©Llaneza Photo |
La sorpresa, para mí por lo menos, fue ver aparecer a Ángelo-Olga Ramos.
Hasta ahora ese chotis en especial siempre me arranca lágrimas de añoranza por mi madre, pero esta vez fue tan diferente…
Ángelo con su sola presencia muestra lo que una mujer apasionada por su arte y rebelde ante la vida puede conseguir habiendo muerto hace ya tantos años: volver a cantar contigo y poner de pie al público entre aplausos.
Angelo interpretando a la gran Olga Ramos ante la mirada de su "hija" Olga María Ramos. Momento mágico. ¿No creéis? ©Llaneza Photo |
No tuve el privilegio de conocerla personalmente pero después de Las Vistillas conocí algo más de la herencia que dejó en su única hija y en un artista que la lleva en el alma, más hondo que cualquier traje, maquillaje o peluca.
Al moverse y mirarte es la reencarnación de una Olga Ramos que en su rebeldía ha trascendido la muerte, el tiempo, el olvido de infinidad de necios…
Demostró que está más viva que nunca que, aún sin arrugas en la voz, le canta a Madrid desde un escenario envuelta en aplausos al lado de su querida hija. Inigualable querida Olga, que gran tarde de amor hecho magia…
Carmen Rosas.