HERENCIAS...
Años 50´Feria de Abril
con mamá y papá
Yo heredé de mis padres unos genes que,
inevitablemente, me hicieron artista. De nada valieron su pertinaz oposición,
sus razonamientos para que no me subiese a un escenario ya que, aunque durante
muchos años, resignada, renuncié y caminé por otras sendas, en los 80 cumplí mi
verdadera vocación: cantar.
AMOR DE MADRE
En aquel principio de los 80, se rompía
mi matrimonio, mi mundo se vino abajo, el hombre al que había querido con
locura me abandonaba tras años durísimos que borraron mi identidad y caí en una
profunda depresión...
Mi madre, después de verme un año
naufragar sin rumbo, sin ilusiones, como una autómata, víctima de una
persistente alergia que me hacía respirar con dificultad, olvidó su deseo de no
quererme artista y me dijo: "¿Por qué no das clases de canto?"
A la tercera clase mi alergia había
desaparecido, había recuperado mi autoestima y, en definitiva, empecé a creer
en mí misma.
Lo que no sospechaba es que me
enamoraría del Cuplé con tal intensidad, que no me conformé con interpretarlo,
sino que, fascinada, inicié una investigación inagotable como es inagotable el
mundo embrujador que lo sustenta...
Hace unos años se me ocurrió esta descripción:
EL CUPLÉ
Por Olga María Ramos
Adivina,
adivinanza
un género musical
que es atrevido,
romántico,
cómico, sentimental,
sicalíptico, dramático,
picaresco o militar.
Que se acompaña a
capricho
por habanera, por vals,
chótis, mazurca,
foxtrot,
charlestón o cake-bal.
Que divierte y emociona
haciendo, a veces,
llorar…
al que llaman “arte
breve”
siendo un arte colosal.
Que en sus poemas
encierra
mil historias que
contar…
¿Qué es imposible,
aseguras,
un género tan total?
Eso es que nunca
escuchaste
el Cuplé interpretar
como lo hiciera La Ramos
en su entrañable local
Y HEREDÉ AMIGOS
Ese es el caso del periodista y escritor
Ángel del Río, Cronista de la Villa de Madrid y profundo admirador de mi
madre.
El pasado 16 de Mayo, en el colofón de las
Fiestas de San Isidro, regresé a Las Vistillas. En un reciente encuentro con
Ángel, le había dicho que iba a comenzar mi espectáculo leyendo parte del
prólogo que me había escrito para mi libro "De Madrid al Cuplé, una
crónica cantada". Cuando avancé hacia el borde del escenario, allí estaban
Ángel y su simpática mujer; entonces, abrí el libro y comencé a leer el
prólogo...
El cuplé hay que escucharlo con
devoción, en la penumbra abacial de local recoleto, aromatizado de café o de
copas con filos de carmín, que es la huella amorosa del beso en el
cristal.
El cuplé salé del alma que lo canta y se acuna en el corazón de quien lo escucha. Es tan íntimo, que lo llevamos dentro; es tan entrañable que acaricia nuestras fibras y las provoca acordes musicales, como acarician los dedos de Olga Ramos las cuerdas de un violín, que de tanto pegarse a su rostro, le ha dejado en la piel perfume de rancia madera.
El cuplé es ingeniosa picardía que se
viste de largo; elegante atrevimiento que sale del pecho, sin exagerar el
escote. Decía algún clásico, que es un género insinuante, que todo lo dice sin
ofender a nadie. Es algo de picaresca que deja la frase inconclusa en puntos
suspensivos, para que el espectador cierre con una palabra lo que la imaginación
le sugiera... Y, además, su música arrastra, burbujeante el ánimo.
El cuplé es el elixir de la eterna
juventud que Olga Ramos se toma cada noche antes de acostarse y por la mañana,
cuando se levanta. Y aflora suave, cadencioso, por su garganta. Olga María es
la hija del cuplé, porque de otra manera no podría ser la hembra que parió la
Ramos de su matrimonio con El Cipri, garboso donde los hubo, madrileño castizo,
chipén, amigo del bureo, cajista de imprenta, como el Julián, mecido en la cuna
del sainete y criado en los ambientes más entrañables del Foro donde, como
hiciera Arniches con el lenguaje popular de Madrid, incorporó a sus
composiciones como todo lo que los madrileños tienen, tenemos, de cupleteros
por el simple hecho de ser castizos. El cuplé es a Madrid lo que el tango a los
arrabales bonaerenses, pero con más gracia, menos dramatismo y más chispa,
entre picantona y "semi-recatada".
Al día siguiente, el cronista ya me
anunciaba que su carta a la alcaldesa del miércoles 18 de mayo, me tendría a mí
como protagonista.
CARTA DE ÁNGEL DEL RÍO
Cronista Oficial de la Villa de Madrid
Señora Alcaldesa:
Las
fiestas de San Isidro se cerraron el pasado lunes en las Vistillas con un
espectáculo puramente madrileño, castizo, entrañable. Actuó en primer lugar
Mari Pepa de Chamberí, y después lo hizo la “hija del cuplé, Olga María Ramos,
hija de la inolvidable cupletista Olga Ramos y del compositor del foro,
conocido como el Cipri. Y de pura cepa castiza y chulapona le viene a Olga
María la pasión por esa música, esas letras, ese manejo saleroso y elegante del
mantón de Manila sobre sus hombros, y esa pizquita aguda de ironía y picante
que le pone a sus actuaciones. El cuplé, el chotis, son la expresión más
evidente de que una ciudad no puede estar en la vanguardia de los nuevos
tiempos, si ha perdido su historia más íntima y tradicional. Y este es el caso
de nuestro Madrid, que vive gracias a su pasado costumbrista y sencillo;
gracias a esas entusiastas agrupaciones castizas y a artistas como
Olga María Ramos, que el pasado lunes firmó una actuación brillante, llena de
fervor madrileñista, evocadora, sentida, en un escenario tan especial como es
el de las Vistillas. Por cierto, nunca había visto en este punto y aledaños,
tanto público como el pasado lunes, gente entusiasta, participativa, metida en
el espectáculo. Estaba a reventar, y, créaselo señora Alcaldesa, con mucha
gente joven, mucha, entretenida, interesada, abducida por el embrujo de un
cuplé retrechero o de un chotís verbenero, lo que demuestra que este género no
ha perdido la magia, que pese a lo que algunos piensen, sigue gustando a las
nuevas generaciones, porque es parte del alma de Madrid y mientras ese alma
permanezca pura, el Madrid de antaño sigue estando vigente hoy, y lo estará
mañana. Gracias a la hija del cuplé, a Olga María Ramos, por ese espectáculo de
madrileñismo puro y de calidad que nos regaló para cerrar las fiestas de San
Isidro de este año y que despertó, una vez más, el sentimiento de Madrid que
acunamos dentro de nuestro fuero interno. Gracias, Olga María
Las Olgas cantan
"Aquel Café"
L y M Olga María Ramos
Mamá, cántame "Evocación" |
Los mantones son abrazos que me da mi madre
|
A Patricia Llaneza no la heredé pero el Cuplé también tuvo que ver ya que, pese a su juventud, Patricia amaba el
género y quiso incluirme en su galería.
Fotografías que pasaron a ser
"almografías" cuando comprobé que mi alma trascendía en sus
imágenes.
Muchas de ellas las pueden ver en la galería de
mi nueva Web
Recuérdenme que otro día les hable de
mis "Eslabones"... Verán, llamo eslabones a las personas que de
alguna forma, me ayudan a continuar, me apoyan incondicionalmente, me regalan
su tiempo luchando por algo en lo que creen...
A ellas me aferro como el que se aferra
a una cadena para seguir avanzando. Estos eslabones son tan resistentes como
delicados, están hechos de un material inalterable al tiempo y las decepciones.
Se mantienen unidos porque les enlaza el amor a un género y a una intérprete a
la que consideran auténtica. Son ya muchos los eslabones que forman mi
cadena... Mar, Vianey, Faustino...
Y si se encuentran
perdidos en un Madrid desconocido,
acudan al Teatro
Prosperidad donde, tenaces,
defendemos "la
Banda sonora de Madrid".
CONTRATACIÓN DE
CONCIERTOS
Y CONFERENCIAS CANTADAS EN:
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