Diseño del blog y montaje de imágenes/ fotografias y videos : Mar Buelga. Textos: Olga María Ramos y colaborador@s

lunes, 31 de diciembre de 2012

EL ROMANTICISMO EN EL CUPLÉ


Y esta es nuestra última entrada del año.

 Gracias por seguirnos y FELIZ ENTRADA AL 2013.
                                                    Olga María Ramos y Mar Buelga


Desde México nos llega una nueva aportación de LFB y es interesantisimo...

El Romanticismo es un movimiento artístico que permea con mayor o menor intensidad todo el siglo XIX, tanto en Europa como en América. Su característica fundamental es el afán libertario; la libertad romántica es plural y se da en todos los órdenes, tanto a nivel colectivo, como individual. En el Romanticismo también la noche, lo grotesco, la fantasía y los sueños son factores fundamentales de su desarrollo.

Victor Hugo
Ya Víctor Hugo en el prólogo a su obra Cromwell lo decía: “Lo sublime, sobre lo sublime, con dificultad produce un contraste, y necesitamos descansar hasta de lo bello.

Parece, por el contrario, que lo grotesco sea un momento de pausa, un término de comparación, un punto de partida, desde donde nos elevamos hacia lo bello con percepción más fresca y más animada”. El Romanticismo se da así frecuentemente a través de una dinámica de contrarios: Luz y oscuridad, día y noche, belleza y fealdad, vida y muerte. La primera vez que el término “Romanticismo” aparece en España se da en el periódico madrileño Crónica científica y literaria, el 26 de junio de 1818 —como lo hace notar Donald L. Shaw en su Historia de la literatura española— y a partir de ahí prende con fuerza este movimiento que tiene en la Península figuras señeras como Mariano José de Larra, José Zorrilla y José de Espronceda.

  
José de Zorrilla


 
José de Espronceda
 
Mariano José de Larra
  El cuplé posee una gran variedad de elementos románticos a pesar de que este género musical se desarrolla ya en los primeros lustros del siglo XX. Un cuplé que encarna muy bien ciertos principios románticos es “Bajo los puentes del Sena” en el que los contrastes propios del movimiento pueden observarse claramente: La historia de amor que funciona como eje habla de dos encuentros, uno, el primero, en igualdad de circunstancias; el segundo en cambio, muestra cómo las vidas de ambos protagonistas han tomado rumbos opuestos y mientras él sigue en la inopia más absoluta, ella se ha elevado a las altas esferas económicas de París. La noche, la atmósfera parisina plena de sensualidad, la fatalidad ante la despedida final de los amantes, la disparidad entre la situación de ella y la de él, el amor que pervive, pero la realidad que se impone son, todos ellos, elementos del más puro romanticismo.

Bajo los puentes del Sena. Dibucuplé.©Mar Buelga 2010

Una versión extraordinaria de la suavidad brumosa en la que debe ser cantado este cuplé es la que presenta Olga María Ramos en su disco “Puro cuplé"

                          

Otro maravilloso cuplé romántico es “Amor de muñecos” que narra la historia de un bazar en el que coviven una muñeca vestida de novia, un polichinela y un militar entre otros varios juguetes.


Tanto el polichinela como el militar se disputan el amor de la virginal doncella, que se mantiene coquetamente ajena a los requerimientos de los dos galanes. El elemento contrastante que rompe de golpe el ambiente idílico que allí campea es un gato, que en una noche, a zarpazos, destruye el bazar. Surge entonces el drama, el hechizo se rompe, la violencia se contrasta con los suspiros amorosos, lo grotesco del vestido de novia “roto en mil pedazos” se impone en la escena y mientras, el gato sonríe “malicioso”.


                          

(Aquí os dejamos una versión del cuplé: Amor de muñecos de Juan Martínez Abades, representada por  la Actividad de Teatro del C.P. El LLoréu de Gijón , en el curso 2009-2010, dirigidos por Mar Buelga, con la voz de Lilián de Celis)

 El ciclo romántico se cumple a la perfección: amor, malevolencia; armonía y destrucción juegan su juego de contrarios para crear una obra romántica perfecta en la que, como diría Víctor Hugo: “El tipo de lo bello vuelve a recobrar bien pronto su papel y su derecho, que no es el de excluir al otro principio, sino dominarle”.
Un ejemplo más de cuplé romántico es “La Mariblanca” del que Olga Ramos hace una verdadera creación, única en su género.



                                


Ilustración para el Cuento: La Mariblanca. Página 1
 ©Texto: Olga Mª Ramos
Ilustración: Mar Buelga

 La historia de La Mariblanca es, a la más pura usanza romántica, la de un amor excelso: el amor de un reloj —el reloj de la Puerta del Sol que marca cada 31 de diciembre las últimas campanadas del año— y la estatua original de La Mariblanca; amor imposible, desde luego por la diversidad de sus componentes, pero posible, sin embargo por efecto de la fantasía.
La tragedia se da, porque el reloj, absorto en la pasión que siente por la Mariblanca se equivoca al dar la hora y el Señor Corregidor se la lleva de allí.
Ilustración para el Cuento: La Mariblanca. El Corregidor se lleva a la Mariblanca
 ©Texto: Olga Mª Ramos
Ilustración: Mar Buelga
La historia finalmente termina bien porque la estatua es devuelta a su sitio y el reloj “al dar la hora se ha de ver claramente que ya no llora, que ya no llora”.
Ilustración para el Cuento: La Mariblanca. El amor del reloj y La Mariblanca 
©Texto: Olga Mª Ramos
Ilustración: Mar Buelga
Doña Mariquita. Dibucuplé.©Mar Buelga 2010
La fantasía que alberga los amores del reloj y la estatua es el elemento romántico predominante en este cuplé. Pero el cuplé romántico por antonomasia es “Doña Mariquita”, cantado de manera excepcional por una trilogía de cupletistas de primer orden: Raquel Meller, Olga Ramos y Olga María Ramos nombradas en sentido estrictamente cronológico.

                   


                                         

“Doña Mariquita” recrea el ambiente romántico madrileño. El Madrid de los Austrias está aquí perfectamente dibujado; incluso irrumpen en escena Mariano José de Larra y José de Espronceda quien “suele decir madrigales” a Doña Mariquita, la misma que asiste a los bailes del duque de Osuna con un “miriñaque” —léase armadura que daba vuelo al vestido— de “rico muaré”. La atmósfera romántica se respira a placer en este cuplé tan exquisito. Romanticismo y cuplé van pues de la mano en simbiosis perfecta entre la estética del movimiento y la galanura del cuplé.


 

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